1.5.10

El Moto ilustrado (primera parte)

Como explicábamos en la entrada anterior, las ediciones del Moto de 1959* fueron ilustradas por Juan Manuel Sánchez. Como complemento a ella, me propongo subir a este espacio la totalidad de esos dibujos, porque en ediciones sucesivas desaparecieron y por ello tengo la impresión de que casi no se conocen. Como se verá, se trata de ilustraciones muy simples pero delicadísimas que en mi opinión traducen perfectamente, al lenguaje gráfico, la elegancia sobria de la pluma de don Joaquín. De ella ya había dicho Alfonso Reyes: “Hay por esas páginas un ambiente de suave alucinación. Los personajes son finas miniaturas, dibujadas en rasgo continuo y sin levantar el lápiz”**. Curiosamente, estas palabras me parece que se pueden aplicar tanto al estilo de don Joaquín como al de Sánchez y considero oportuno recordarlas porque no deja de sorprenderme como muchas veces se critica su obra, apuntando a la simpleza de la trama, y se olvida con qué primor está tejida. Todo el talento y la visión del autor están puestos en el modo como escribe, en la belleza de los giros, en el fraseo y uso exquisito de las palabras y en la pintura que nos va creando con sus descripciones. Si eso no fuera prueba suficiente de dominio del arte literario ¿Qué sería?

Las ilustraciones son en total quince. Para empezar subiré las primeras siete y en la próxima entrada el resto. Las presento en el orden en que aparecen insertadas en la novela y me tomo la libertad de asociar a ellas la frase o párrafo que probablemente las inspiró:


1-Don Joaquín (aparece aún antes de iniciar la novela en el dorso de la contraportada y como presentando a su autor).


2-"Los ganados se criaban retozones en los potreros."


3-“Esparrancado en un cuero, con el espinazo en arco como el de un gato sentado, las antiparras –de vidrios azules montados en armadura de madera negra- encajadas sobre el lomo de las narices, se hallaba Soledad, contando las ganancias del año y con los ojuelos verdes y hundidos refijos en los montoncitos de reales, escudos y medios”.


4-“Dios lo lleve con bien –Añadió Cundila, clavando unas miradas de las que ella tenía, al mancebo simpaticón, el cual repuso a su turno: Amén.”



5-“Era el maestro don Frutos un hombre descalzo, metido en piernas en unas bragas azules amarradas a la cintura por una banda de redecilla morada; una chaqueta cerraba su busto corto y apretado; tirando a mestizo, tenía los carrillos lucios e inflados como los de un trompetero, el mostacho de pelambre ralo y tieso como el de un gato, la melena lacia, sin una cana y partido en el medio por una raya hecha en la cabeza. Setentón era él, con una musculatura envidiable y muy potente para alzar de las orejas, hasta hacer ver a Dios, a cualquiera de sus alumnos. Los cuales a la sazón ocupaban toscas bancas y escribían en hojas de plátano y sobre las rodillas; por única pluma la del chompipe unos, la de zopilote otros, y por toda tinta el jugo del ojo de buey cele”.


6-“Doña Benita Corrales, hermana de madre de don Soledad, pasaba por una de las viejas más devotas y acomodadas de Desamparados.

Vivía sola, entregada a sus oraciones, al cuidado de sus gallinas y demás quehaceres. Gran admiradora de los curas, manifestaba harto celo por todo lo que fuese solemnidades religiosas y según hablillas del vulgo, muy delicada para eso de velas, rosarios y otras alegrías populares. Iba únicamente a la ermita gastándose un airecito refunfuñón, sin detenerse a chismear con los vecinos ni cruzarse más que los “buenos días le dé Dios” y estos, muy secos e indiferentes”.


7-"Los músicos, a cual más parrandero, en su asiento de guayabo, arrancaban chillidos a la vihuela y al violín acompañados. De la masa compacta de hombres desprendiose uno y sacó sin cumplimientos a la que fue de su agrado; corrieron luego otros y tirando de las jóvenes se preparaban a bailar. Ponían unos la diestra en la espalda y otros en los cuadriles de la pareja, levantaban por extremo el brazo izquierdo y harto separados, cogían una de dengues y meneos ridículos”.

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*Decíamos anteriormente que hubo dos ediciones simultáneas dirigidas por Luis Ferrero: La del Ministerio de Educación Pública y la de la Editorial Don Quijote. Por tener exactamente igual contenido y fecha de impresión, se puede considerar a ambas como la tercera edición.

**En la presentación a la tercera edición