2.7.06

Dos anécdotas sobre don Joaquín

Primera: Me cuenta mi madre que tan solo una semana antes de la muerte de don Joaquín dio la casualidad que tanto el gobierno peruano como nuestra Asamblea Legislativa decidieron rendirle sendos homenajes. Los peruanos le ofrecían el Sol del Perú, su máxima condecoración, mientras que nuestra asamblea había dispuesto nombrarlo Benemérito de la Patria. Cuando don Joaquín lo supo llegó a donde doña Celia, mi abuela, y le dijo con voz suave pero preocupada: ¿Y ahora con qué zapatos voy a ir a la Asamblea y a la embajada del Perú? Y doña Celia, que era muy pragmática le respondió con drasticidad: "Diay, con los que lleva puestos". No le alcanzó la vida a don Joaquín para ir a recibir ninguno de aquellos honores porque murió del corazón en el transcurso de la misma semana. Mi madre no lo sabe, pero probablemente lo enterraron con los zapatos que llevaba puestos.

Segunda: Mi abuelo vivió hasta su muerte en una antigua casona ubicada en la avenida segunda (donde luego se construiría el bar la Esmeralda). Era una de aquellas casas tradicionales de largo zaguán que desembocaba al fondo en un patio español. En esas épocas cuando no existía la televisión era usual que la propaganda se hiciera por medio de volantes lanzados desde aviones que sobrevolaban San José, papeles que muchas veces caían en su patio. Le contó mi abuela a mi madre que don Joaquín siempre recogía y guardaba dichos volantes. ¿Con qué propósito? No lo sabemos exactamente, pero fácilmente es posible imaginarles muchos usos.

1 comentario:

Julia Ardón dijo...

No dejés de poner aquí esta información tan valiosa y conmovedora.