5.12.07

"Enciclopedia de maravillas"

En “La invención de Costa Rica”, un interesante libro donde el escritor nacional Carlos Cortés reúne varios ensayos dedicados a la historia sociocultural de nuestro país, el nombre de don Joaquín se menciona varias veces. Hasta donde sé éste escritor aprecia particularmente la figura del creador del Repertorio y le conozco incluso un bello poema dedicado a su persona. De esas evocaciones me llamaron particularmente la atención dos pasajes de “Enciclopedia de Maravillas”, un corto pero hermoso ensayo donde Cortés nos habla amenamente de la pasión que ha sentido por los suplementos culturales. En cierto pasaje escribe: “…me acuerdo de la descripción que daba un intelectual de la época del universal Repertorio Americano de Joaquín García Monge: “La central telefónica de la cultura latinoamericana”. Eso debe ser un buen suplemento: el centro motor de una red que interrelacione públicos, revele manifestaciones y tendencias, consagradas o marginales, y ponga en circulación las ideas”. Luego, en el último párrafo, Cortés escribe particularmente lo siguiente:
“¿Qué es un suplemento cultural? Es la imagen con la que Juan Manuel "El Indio" Sánchez inmortalizó a García Monge. En él se ve al hombre del Repertorio como un niño rodeado de juguetes: tijeras, goma, hilo y papel. Tijeras para seleccionar, goma para fijar y perpetuar en el tiempo. Hilo y papel para envolver esa enciclopedia de maravillas que es todo impreso y mandarlo por el mundo, como un barco de papel en busca del lector que lo capitanee”.
Este es para mí un texto que no solo rinde de algún modo tributo a los ideales de don Joaquín, sino que lo hace con justicia y belleza. Gracias pues a Carlos Cortés por estas palabras. Aunque en sentido estricto debe entenderse que el Repertorio no era en realidad suplemento de nada, sino que fue y ha sido hasta hoy, la más importante revista cultural que se haya editado en nuestro país y una de las más importantes del continente latinoamericano. Es una monumental obra que se sostiene por sí sola, que jamás creció al amparo de ninguna otra publicación y que tampoco le hizo sombra a nadie, sino todo lo contrario: los ideales que la sustentaron han inspirado a múltiples generaciones y a nosotros en lo particular. Esto último lo digo porque un par de veces me han preguntado si me siento "aplastado" por la figura de don Joaquín. La respuesta es un claro y rotundo no… todo lo contrario, más bien me siento vivificado por ella y nada de lo que le concierne me resulta castrante sino altamente fértil. En verdad me siento infinitamente agradecido con el destino por haberme dado un abuelo así.

25.10.07

Dos artículos sobre don Joaquín

Recientemente me he encontrado en diferentes medios dos artículos referidos a Don Joaquín y ahora me tomo la libertad de reproducirlos aquí. Agradezco a los autores y editores respectivos el haberse interesado en su figura.

Joaquín García Monge (1881-1958)
Por José Steinsleger, articulista argentino

Cuando los expertos en “historia de la moral civilizadora” revisen arqueológica y síquicamente sus escombros (cosa para la que no falta mucho), irrumpirá con fuerza el ejemplo de Joaquín García Monge, intelectual costarricense que, solito y durante 40 años, movilizó la conciencia y el espíritu crítico del continente haciendo a pulso una revista cultural: Repertorio Americano.

Contadas son las plumas de América Latina que con un artículo al menos, no colaboraron en las páginas de Repertorio (1919-58). Si las mencionásemos, agotaríamos el espacio disponible. En 1946, la publicación alcanzó la edición número mil y, hace poco, el investigador costarricense Evelio Echeverría elaboró 20 mil 500 fichas tomadas de 50 tomos de la revista.

Con tenacidad y lucha contra la adversidad (“… este polo de indiferencia en que aquí se vive”, decía), la obra de García Monge guarda similitud con la del argentino Gregorio Selser, a quien en más de una ocasión académicos poco informados confundían con un “colectivo” que producía libros y artículos periodísticos.

Nada de eso. Repertorio brotaba en la casa donde su fundador y único redactor nació y murió, situada en la localidad que lleva el emblemático nombre de Desamparados. Sin secretarios de redacción, sin mecanógrafos, sin ayudantes que fuesen al correo a despachar mes a mes los cientos de envíos al exterior (¡ay!, internautas…), García Monge costeaba las ediciones con suscripciones y sus magros ingresos de profesor.

¿Qué energías, qué fuerzas, qué convicciones animaron a esta suerte de Kant centroamericano que al decir de otro gran tico, Vicente Sáenz, andaba con “dos trajes y el fantasma latente del recibo de imprenta, tan puntual y azañoso de cubrir como el de la luz”? Pensamos en Kant, pues tal sigue siendo el paradigma de muchos intelectuales latinoamericanos para situar “heidegeraniamente” (uf) su “ser y estar en el mundo”. Y porque en efecto, García Monge tuvo, a decir de Kant, “el valor de servirse de su propio entendimiento” y de “… la importancia del deber, que es donde reside la virtud de toda acción”.

Convencido de que América Latina sólo podía emanciparse y unirse a través de la cultura, García Monge decía que sólo tenía “… el cielo estrellado sobre mí, y la ley moral dentro de mí”. Pero Costa Rica no era Prusia, sino un enclave semicolonial de la United Fruit, y don Joaquín carecía de una universidad como la de Koenigsberg porque la oligarquía feudal de su país la había cerrado en 1885, y recién pudo refundarse en 1940.

Galardonado en 1944 con el Premio Moors Cabot por la Universidad de Columbia, el director de Repertorio jamás se adhirió a ningún “Congreso por la Libertad de la Cultura”, aquel engendro de la CIA que los Vargas Llosa recuerdan con nostalgia, y que el no marxista Arthur Koestler llamó “circuito internacional de putas por teléfono”.

Defensor de la gran cultura estadounidense, García Monge habló de “las Américas” en el sentido dado por José Martí y Manuel Ugarte: como “nuestra” y “Patria Grande”. Y así, mientras salía a comprar azúcar y café en la tienda del barrio, las páginas de su revista preguntaban a los latinoamericanos qué habían sido de los Hidalgo y Bolívar, de los Hostos y Morelos, de los Artigas y los Juárez.

El 15 de setiembre de 1921, ante el monumento nacional que rendía homenaje a Juan Rafael Mora, “presidente despierto” que en 1856 derrotó al ejército esclavista del filibustero yanqui William Walker, García Monge alzó la voz contra la oligarquía cafetalera que en 1860 fusiló al héroe, y profetizó: “… si importa saber cómo fuimos libres, importa más saber cómo conservarnos libres, cómo mantener en asta firme la enseña de los libertadores: el problema que ellos resolvieron en el 56, sigue siendo nuestro problema”.

García Monge saludó la aparición de la revista Amauta (Lima, 1926) y en 1929 escribió a José Carlos Mariátegui: “… porque usted alecciona en el Perú y también en América. En todas estas patrias tiene usted lectores devotísimos”. Y a inicios del mismo año, desde su cuartel de El Chipotón, Nicaragua, el general de hombres libres Augusto César Sandino le acusa recibo y agradece el monto de dinero recogido para su causa entre los lectores de Repertorio.

En homenaje tributado en 1953 en México por la revista Cuadernos Americanos, Jesús Silva Herzog reunió a una constelación de firmas insignes que rindieron su admiración “al hombre bueno, al hombre grande de la pequeña Costa Rica”: Francisco Romero, Baldomero Sanín Cano, Germán Arciniegas, Benjamín Carrión, León Felipe, José Gaos, Max Aub, Luis Cardoza y Aragón, Alfonso Reyes, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, León Pacheco, Luis Alberto Sánchez, Alberto Zum Felde, y muchos más.

Hace medio siglo, a seis días de su muerte (31 de octubre de 1958), el Parlamento (Asamblea Legislativa) de Costa Rica reconoció como “benemérito de la patria” a quien en días pasados, con motivo del gran debate acerca de la virtual anexión del país al imperio por vía de un tratado de libre comercio supo movilizar, premonitoria y masivamente a las mayorías del pueblo centroamericano, en pos de su dignidad nacional.

(Este primer artículo lo encontré en el
sitio de Tribuna Democrática que tuvo la buena idea de reproducirlo, tomándolo a su vez de La Jornada de México)

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Mussolini vs. Costa Rica
Por Oscar Hidalgo

En 1937 se produjo un hecho insólito que hasta ahora solamente se ha registrado de forma marginal y que, sin embargo, debiera quedar en los anales de la Historia Universal de la Infamia: el "Duce" Benito Mussolini atentó contra la libertad de prensa de Costa Rica y pretendía que se persiguiera y censurara, en nuestro país, al periodista y escritor Joaquín García Monge, editor del Repertorio Americano.

Los testimonios de primera mano para conocer esta violenta trama del dictador italiano los ha aportado la reciente edición de un volumen de "Obra Selecta" de García Monge, a cargo de la Biblioteca Ayacucho, de Venezuela, cuya selección, prólogo, cronología y bibliografía estuvieron al cuidado de la profesora Flora Ovares, investigadora de la Universidad Nacional de Costa Rica.

En lo específico, los primeros datos los aporta un documento de García Monge que se reproduce en el volumen que venimos reseñando. Se trata de una carta que le dirigió al periodista Otilio Ulate Blanco, quien llegara a la Presidencia de Costa Rica en el período 1949-1953.

Moviendo sus influencias y a través de la misma Embajada italiana en San José, las gestiones de Mussolini contra García Monge fueron desplegándose hasta llegar al montaje de una grotesca situación de falsas acusaciones, quejas ante las autoridades nacionales y algún articulillo periodístico, como parte de toda una trama conspirativa orientada a aplicarle la fuerza represiva de una legislación que estaba vigente en aquella época y que, al decir del periodista, ponía en manos de la policía el régimen de opinión.

Para ese año 37, el dictador totalitario había consolidado el régimen fascista en Italia, para el que tenía una completa elaboración jurídica e ideológica a la vez que actuaba sin escrúpulos ni contemplaciones en el escenario mundial, junto con la Alemania de Hitler.

De modo que, viendo en la lejanía a Costa Rica y sopesando el panorama intelectual del Continente Americano en el que corrientes de pensamiento y manifestaciones culturales de todo el mundo confluían en el modesto escritorio de García Monge, sin duda que a Mussolini le resultaba inaceptable la publicación del Repertorio.

En sus páginas era bastante frecuente leer a intelectuales italianos de la talla de Benedetto Croce, Guglielmo Ferrero y Don Sturzo, nombres de los que se enorgullecía el mismo editor costarricense porque, para esa época, su revista de cultura hispánica también había insertado los artículos de opinión y numerosos fragmentos de las creaciones literarias de Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges.

Ni qué decir de Sandino, José Carlos Mariátegui, Waldo Frank, Pedro Albizu Campos, Víctor Raúl Haya de la Torre y José Vasconcelos.

La lista podríamos ampliarla hasta todo el índice de autores que figuró en el Repertorio Americano, para la educación -por medio del ejemplo- de los periodistas del siglo XXI.

Leamos al propio Benemérito costarricense, en una página del Repertorio Americano (Volumen XXXIII, 1937, p. 195), tal y como se reproduce en este volumen de Obra Selecta que nos regala la Biblioteca Ayacucho:

"Que haya libertad de prensa y que las gentes puedan discutir. Eso ha sido la honrosa tradición política civil de Costa Rica que tanto nombre le ha dado en el exterior. En tiempos mejores, el señor Ministro de Italia, o uno de sus adláteres, si sabe escribir para el público, si tiene ideas y coraje, acude a los periódicos, a la prensa libre, a defender a su Señor y duce, y a su gobierno. Las gentes leen, comparan, reflexionan, estudian y así el fascismo gana o pierde adeptos, según las razones sean convincentes, simpáticas, o no, en Costa Rica, o donde sea".
Obsérvese que con esta libertad de prensa -así, expresamente postulada y para que las gentes pudieran discutir-, para el intelectual de Desamparados se trataba de reconocer la vigencia precisamente de la variedad de opiniones, ideas y creencias dentro un régimen de opinión pública que era, justamente, lo contrario al fascismo de Mussolini, en cuyo régimen corporativo, según el ideológo totalitario, todos los intereses sectoriales, políticos y de clase "se concilian en la unidad del Estado".

Veamos los hechos que anteceden la carta. García Monge y José Marín Cañas -otro periodista y escritor de mucho reconocimiento- habían publicado el artículo periodístico "La Abisinia Blanca" en el que criticaban, de manera frontal, las actuaciones de las fuerzas militares italianas en Africa y en España.

El monstruo del fascismo, argumentaba García Monge, azotaba a España, que si no era la Abisinia Blanca, sí era la que estaba recibiendo de la barbarie fascista internacional un "trato abisinio, infamante, cruel, inmerecido", que -puntualizaba- no podemos ver en calma los que en todo tiempo hemos luchado por los intereses de la cultura hispánica en nuestra América, que son los de la justicia civil, la libertad y la catolicidad de la cultura.

Los gobiernos arbitrarios que allá en sus dominios amordazaban a su prensa, pretendían extender la mordaza a Costa Rica. Con esas palabras, así veía el intelectual costarricense, desde su sede en Desamparados, el desarrollo de esta trama amenazadora. Debemos tener muy presente que estos gobiernos arbitrarios eran los regimens ya muy consolidados de Alemania e Italia, Japón y Portugal.

"Y les resulta cómodo a los interesados -seguía diciendo-, porque no hay que aclarar, no hay que discutir, no hay que defender a los amos, para eso está la citada ley, que calla a la prensa, y que lleva a la cárcel a editores y autores".
García Monge establecía una contraposición que le permitía distinguir entre los valores encarnados por lo que llamada la Italia eterna y celestial, cuyos aportes valoraba y exaltaba, frente a lo que resaltaba de la coyuntura política creada por el Duce, dentro y fuera de sus fronteras.

De esta manera se expresaba el escritor costarricense: "A la Italia eterna y celestial -como antes decía Unamuno de su España-, en sus educadores y santos, poetas y estadistas, pensadores y artistas, en sus libertadores y mártires, la he honrado y admirado siempre en el Repertorio, y seguiré admirándola y honrándola. No así a la Italia que ha engendrado y sustenta al monstruo del fascismo..."

Ya para este año 37 del siglo pasado, el régimen tiránico se encontraba completamente entronizado en Italia y Mussolini proclamaba que para el fascista nada tenía existencia fuera del Estado: "todo está en el Estado, nada humano o espiritual existe, y tanto menos valor tiene, fuera del Estado".

Añadía el Duce una de sus más resumidas definiciones sobre el rasgo típico del totalitarismo, término del que se había apropiado al ponerlo a circular socialmente como si fuera acuñación propia: "En tal sentido el fascismo es totalitario, y el Estado fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla y patentiza toda la vida del pueblo".

Un aspecto fundamental de este totalitarismo, así definido y pregonado por el mismo Mussolini, era la absorción de todas las instancias de la sociedad civil dentro del Estado, de tal manera que para la dictadura fuera posible desplegarse sin ninguna oposición ni roce alguno.

Este es precisamente, uno de los rasgos más llamativos del totalitarismo porque sus rectores se colocan al frente y, primero desconocen, minimizan, desvalorizan y luego suprimen a todas las instancias de mediación social. De esta manera, desaparecen todas las manifestaciones orgánicas entre los ciudadanos atomizados y la poderosa maquinaria estatal.

Sobre este rasgo, expresa el Duce: "no hay individuos ni grupos (partidos politicos, asociaciones, sindicatos, clases) fuera del Estado", y a continuación enunciaba una de sus principales teorías, la unidad del Estado, "que funde las clases en una sola realidad económica y moral".

Desde 1928, durante una intervención pronunciada en la Cámara de Diputados, en Roma, el 9 de diciembre, Benito Mussolini dijo: "En el régimen fascista la unidad de todas las clases, la unidad política, social y moral del pueblo italiano se realiza en el Estado y solo en el Estado fascista". Y de un año antes, el 26 de mayo de 1927, data el lanzamiento de su consigna totalitaria, en la Cámara de Diputados, en Roma: "Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado".

En 1926, el Duce proclama: "Estamos en un Estado que controla todas las fuerzas que obran en el seno de la nación. Centralizamos las fuerzas políticas, centralizamos las fuerzas morales, centralizamos las fuerzas económicas, estamos por lo tanto en pleno Estado corporativo fascista".

En este mismo 1926, el dictador italiano había explicado en forma expresa el giro que introdujo en las ideologías políticas y jurídicas mediante una ruptura con la herencia democrática y liberal europea. La novedad de sus teorías políticas comenzó al repudiar Mussolini toda la herencia ideológica de la Revolución Francesa, a la que calificaba como lo contrario, sencillamente lo opuesto de su régimen:

"Representamos un principio nuevo en el mundo, representamos la antítesis neta, categórica, definitiva de todo el mundo de la democracia, de la plutocracia, de la masonería, de todo el mundo, para decirlo en una palabra, de los principios inmortales de 1789".

En forma colateral a este desligamiento cultural, introducía el Duce el énfasis de lo Nuevo, la renovación por la renovación, lo que permitía imponer teorías que negaban cualquier parecido con los derechos y las libertades fundamentales, empezando por el régimen de opinión que resultaba tan valioso para García Monge porque era, por así decirlo, su punto de partida.

Después de asomarnos a las ideas con las que se justificaba el tirano de Italia, regresemos a Desamparados. El autor de El Moto, La Mala Sombra y otros sucesos se definía en la carta a Otilio Ulate como un hombre habitualmente modesto y callado, lo que coincide con todas las descripciones de su persona que se conservan de la época. Pero aclaraba que cuando a él le tocaban el punto de honor, a nadie admitía por encima, con lo que daba una dimensión de su autoestima.

Para don Joaquín, a nadie debía quedarle duda de su postura a esa altura de los hechos históricos: "He hecho una cuestión de honor como intelectual, como periodista y editor, combatir al fascismo, y lo seguiré combatiendo noche y día con mi tenacidad acostumbrada. Pueden lloverme mil acusaciones y nada me hará desistir del inquebrantable propósito. Sólo la muerte podría privarme de combatir esa monstruosidad política que se llama fascismo, el azote más terrible que la cultura ha hallado en el mundo".

Claro que semejante rectitud y claridad moral que refulgían en la aldeana Desamparados fue precisamente lo que alertó a los fascistas, en Italia igual que en San José de Costa Rica, y el desenlace estaría por verse después de los holocaustos que culminaron en 1945.

Como dato para terminar, todas las citas textuales de Mussolini que se han hecho arriba proceden del volumen titulado "La doctrina del Fascismo" (Vallechi Editore, Firenze, 1935). No es difícil imaginar que este tomito se encontraba, en 1937, en los anaqueles de alguno de los conjurados que tramaban contra García Monge.

(Este segundo artículo lo tomé del
Informa-tico)

22.10.07

Hoy hace 69 años

Hace poco cité a don Joaquín y ahora quisiera contextualizar esa cita con el resto del texto de donde fue extraída. Se trata de una entrevista realizada por un señor Zavaleta con motivo del 20 aniversario de "Repertorio Americano". La entrevista fue publicada en el diario "La Tribuna" el 22 de octubre de 1938, es decir, hoy hace exactamente 69 años.

Agradezco a don Fernando Herrera el haberme facilitado este texto que desde entonces había permanecido prácticamente en el olvido. Las citas de pie de página son de él.

La única redención posible que tenemos los costarricenses es la escuela para la democracia

Así la creo don Mauro, pero ahora esto se olvida, como se olvidan los puentes que unen a los que gobiernan con el pueblo (1)
.

L
a última vez que saludamos a García Monge llevábamos el deseo de mostrarle un libro raro que un amigo nos había proporcionado. Ayer tarde en que volvimos a su oficina, no llevábamos el libro bajo el brazo, sino la mente dispuesta a recibir la enseñanza sabrosa con que el viejo profesor nos regala a sus amigos. Pero teníamos un motivo especial para llegarnos hasta él en la tarde de ayer: Repertorio Americano hoy entra a los veinte años de existencia. De aquí que nosotros quisiéramos ir en busca de quien por tiempo tan dilatado ha venido realizando esa labor benedictina que hoy está recogida en 865 entregas y en treinta y cinco volúmenes. Aquí donde la nota frívola, la pulsación intrascendente tienen alta cotización, las cosas del espíritu se ignoran. Llegamos quejándonos de la indiferencia con que se ha visto el cincuentenario de la muerte de Sarmiento, espíritu abierto a todas las ideas; hombre en el sentido más alto de la palabra, y que en el momento actual su enseñanza estimamos, no obstante los lustros que la separan de la época, resulta una actitud incomparable. Glosando don Joaquín con nosotros estas cosas, fue como hubimos de pensar en traer luego a las páginas de La Tribuna algunas de estas ideas expuestas al tiempo que seguía el maestro en su paciente labor de rotular "Repertorios" como abejuelas, han de ir luego por todo el país y por todo el mundo hispánico, dispersando el polen de las ideas y llevando la miel rica del arte.
-...?
-Entra nuestra revista mañana a los veinte años. Un 21 de octubre como el de hoy, quedaba lista la primera entrega que habría de circular el día siguiente(2). Desde entonces hemos venido haciendo esfuerzos por mantener ese esfuerzo inicial. Y aquí estamos, no muy boyantes, más bien bastante quebrantados, pues que resulta harto difícil ir en medio de este indiferismo que roe las entrañas mantener un propósito. Sin embargo, tendremos que mantenernos en pie otro tiempo más. Luchar y estar alerta, aprendimos de jóvenes. Ahora que vamos doblando la cumbre de la vida, seguimos teniendo presente ese principio. Tenemos la obligación de seguir luchando y de estar atentos. Cuando se lucha, no hay que contar los años. Bastará con conservar el optimismo del principio para sentir la recompensa y la satisfacción que produce mantener el ideal y estar dispuesto a luchar por él. Esta labor no trae más que eso: la satisfacción íntima o el estímulo de afuera. De casa nada. La juventud es por esto que trata de buscar otros ambientes. Aquí nos carcome el egoísmo. Las pequeñeces de la vida reciben en los hombres de pro más cultos que las del espíritu. Y aún entre los intelectuales se nota cierta frialdad. Son pocos los que se inician y mucho menor el número de los que perseveran. Y es que el medio los anula. Se los traga. Los aplana cuando menos. Es éste un defecto grande de que padecemos. La indiferencia hiela. Y no todos los espíritus resisten la acción de esa nevera. Piensa nuestra juventud en éste, pero no lega (así en el texto) él de donde creen que debe partir.
-...?
-No creo yo que debamos romper nexos con el pasado totalmente. Atar cabos. He aquí una advertencia que se me ocurre. Nuestra América no está carente de hombres. Los tiene, pero a veces creo -por lo que puedo ver desde éste mi observatorio- que suelen desorientarse. Y es que olvidan las nuevas generaciones las lecciones de los viejos. Allí está ese viejo venerable de que usted me hablaba: esa enorme figura que es Sarmiento, cuya lección sapiente podría servirnos de puentes entre el ayer y el hoy. Ahí están Martí y Juárez. Y más allá: Bolivar. Lanzar una mirada a ellos no es retroceder. Antes bien. Esto es provechoso en estos momentos. Sarmiento confiesa que él aprendió mucho de lo que expuso nutriéndose en la vida ejemplar de un prócer de la independencia argentina: en Láprida(3) Y ¿Qué no podríamos nosotros recoger de la lección de Sarmiento ahora? Educador, escritor, estadista... y tantas otras facetas de su hermoso espíritu son lección perenne. En cada una de ellas se puede examinar y extraer un contenido vital de enseñanza. Sarmiento como defensor de la democracia es a manera de un campeón. Y es en estos precisos momentos cuando debemos esforzarnos por imitar su ejemplo, ahora que por todos lados los fascios y dictaduras asechan; cuando los imperialismos agotan y destruyen naciones.
-...?
-El caso de Palestina lo considero como otra forma de imperialismo. Ahí está pasando lo que aconteció en Abisinia (4); lo que ocurre en España; lo que aconteció en Checoslovaquia y lo que nos sucederá a nosotros si los hispanoamericanos no nos proponemos defendernos de las asechanzas hoy disimuladas de la penetración imperialista. Les hablaba de la juventud adormecida, aperezada. De todas las del Continente, la que está más alerta, la que con mayor visión ha creído que ha intuido el peligro es la mexicana. En la próxima entre de Repertorio publicaré el manifiesto de la juventud azteca a las juventudes de América ante el llamado Pacto de Munich. Esa de los jóvenes mejicanos es una clarinada que no debe perderse en el vacío. Como Ud, amigo Zavaleta, lo ha dicho no hace un minuto, el problema imperialista de estos pueblos será no sólo mayor sino más complejo, aunque ahora se nos venga encubierto en el guante de seda del tratado comercial y ese singular y "simbólico" de nación más privilegiada. ¿Comprende?
-...?
-La educación, la cultura irá liberándonos, pero siempre que la Escuela sea para la democracia como lo pensó don Mauro(5). Y por cierto, ahora que se habla de cincuentenarios del Liceo y del Colegio, obras de don Mauro, éste se inspiró en Sarmiento, ese otro apóstol de la democracia, que bien quisiera que alguna de las escuelas que llevan el nombre de la República Argentina, o el Ministerio de Educación, le recordaran este año a semejanza de cómo se ha horado su memoria en otras naciones. Cuando el Lic. don Pedro Pérez Zeledón(6) puso pie en Nueva York, de regreso de Francia, Suiza, etc., países también de estructura democrática, llevaba bajo el brazo un libro de Sarmiento sobre la Escuela de Estados Unidos, donde otro demócrata Horacio Mann, había perfeccionado la institución educacional norteamericana sobre bases esencialemente demócratas. Todo esto se olvida. Se olvidan los principios sapientes que nutrieron el espíritu del padre de nuestra enseñanza que quiso hacer del maestro un guiador, o como dijo Martí de José de la Luz Caballero, "un padre de hombres" que con la educación debe poner "alas al alma" para decirlo con otra frase del insigne cubano, y no ente sin opinión, a quien se cobra su manera de pensar distinta a la que informa al que gobierna. Pero, ya le decía, estos de ahora que se llaman jóvenes estadistas, olvidan los puentes por los que podrían ir al ayer y sacar de éste, que en parte vive aún impregnado en el alma popular, los principios que les son necesarios para consolidar su obra del gobierno.

1-La Tribuna, 22 de octubre de 1938.
2-El primer número de Repertorio salió el 1 de setiembre de 1919.
3-Francisco Narciso de Láprida (1780-1829). Político argentino. Presidente del Congreso de Tucumán que declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1816).
4-Nombre de la antigua Etiopía.
5-Mauro Fernández (1843-1905). Abogado, político y orador. Reformador de la educación costarricense a finales del siglo XIX.
6-Abogado (1854-1930). Desempeñó varios cargos públicos. Ministro en Washington, agente financiero en Londres, Ministro de Gobierno e Inspector Judicial. Estudioso del período colonial; se especializó en los problemas limítrofes con Panamá y Nicaragua defendiendo los intereses de Costa Rica.

18.10.07

Un encuentro turrialbeño

Don Joaquín García Monge, óleo de Mario Ramírez

El pasado sábado 13 de octubre, en Pavones de Turrialba, tuvo lugar un particular y emotivo encuentro que reunió a diversas personalidades de nuestro ambiente cultural y público en general en torno a la figura de Joaquín García Monge. La razón de tal evento fue la presentación de una completísima biografía de Don Joaquín, escrita por el señor Fernando Herrera. Este autor se ha distinguido desde hace muchos años por el estudio exhaustivo que de su figura ha hecho y ya tiene publicados varios libros y artículos tales como: “García Monge, plenitud del escritor”; “Ensayos de Juventud” y “Presencia de Chile en Joaquín García Monge”. Su nuevo libro se titula: “Joaquín García Monge, Intruso en Casa Propia” y fue publicado por la Editorial UCR. A través de las doscientas y pico de páginas que componen esta obra, fuimos descubriendo -con lujo de detalles- los diversos avatares de la vida de Don Joaquín y sobre todo nos conmovieron aquellos pasajes en que se narran las diversas ocasiones en que tuvo que emprender solo, cual Quijote, la lucha por sus ideales, así como las múltiples veces en que se vio confrontado a oscuros poderes que lo confinaron al ostracismo en su propio país… De ahí el elocuente título de la obra.


El acto se realizó en Turrialba porque en la zona viven Don Marcial García y sus hijos, quienes además de ser respectivamente sobrino y sobrino-nietos de Don Joaquín, son también empresarios en turismo y administradores del Turrialtico y del Cerro Alto Pochotel, dos conocidos sitios turísticos ubicados en unas lomas que gozan de una vista panorámica sobre el Valle de Turrialba. Fue precisamente el Pochotel el que sirvió de marco para la actividad organizada por la Escuela de Ciencias del Leguaje del TEC con la colaboración del CATIE.

Entre los panelistas invitados estuvieron el poeta y novelista Adriano Corrales, el abogado y profesor de filosofía Walter Coto y el licenciado Gerardo Contreras. Luego de la presentación de don Fernando Herrera a cargo del señor Gerardo Sánchez Villalta y de una conferencia dada por aquel, se abrió la sección de comentarios a cargo de los panelistas. Esta resultó muy interesante por las diversas reflexiones que se hicieron tanto sobre el libro en sí como sobre la figura de Don Joaquín y que resaltaron, en particular, su enorme actualidad.

Don Fernando Herrera durante la conferencia que brindó

Enseguida hubo un pausa cafetera y luego vino una segunda parte que abrió con un corto pero excelente recital lírico a cargo del tenor Carlos Velasco, discípulo entre otros de Plácido Domingo. Su prestación fue absolutamente grandiosa e imagino que su interpretación del “Nessun Dorma” de Puccini se oyó incluso en la represa Angostura, a cientos de metros más abajo. Hubo luego una tertulia a la cual este servidor fue invitado y para finalizar se develó un óleo de Don Joaquín, realizado por el pintor herediano Mario Ramírez y se cantó el himno turrialbeño. El óleo puede ser visto en el restaurante del hotel, cuya sala principal en lo sucesivo se llamará “Joaquín García Monge”.

A quienes interese, el libro se puede obtener en la Librería Universitaria. Una reseña de él fue publicada hace poco en el suplemento Ancora del periódico La Nación.

Actualización al 21 de octubre del 2008: Hoy haciendo una búsqueda en Internet me encontré una página de "El Azucarero", periódico digital turrialbeño, donde se invita a la actividad que he reseñado. Aunque la página es ya vieja la enlazo para completar el panorama.

5.10.07

A casi 70 años

"El problema imperialista en estos pueblos será no solo mayor sino más complejo, aunque ahora se nos venga encubierto en el guante de seda del tratado comercial y su singular y "simbólico" de nación más privilegiada"

Joaquín García Monge (1938)

15.8.07

La madre obra maestra

Para hoy 15 de agosto, día de la madre en Costa Rica, me pareció apropiado este texto de Gabriela Mistral publicado en el Repertorio Americano (Tomo XXXVIII, Nº17-18, 20 de setiembre de 1941). El texto fue escrito por la autora en Rio de Janeiro y fue publicado por primera vez en La Nación de Buenos Aires el 8 de setiembre de 1940) . Como siempre lo explico: Para leer el texto agrandar la imagen haciendo clic en ella.

3.8.07

Amighetti para niños (segunda parte)

Y a continuación presento la segunda parte de la selección de grabados de Amighetti que ilustran la antología de poesía infantil reunida por Fernando Luján, selección que apareciera en las páginas del Repertorio Americano.




Para ver la primera parte pulse aquí

25.7.07

Amighetti para niños (primera parte)

Este año don Francisco Amighetti estaría cumpliendo cien años. El ha sido quizás uno de los artistas más importantes que ha tenido nuestro país. Conocidísimo es su trabajo como grabador, pero muy importante también fue su labor literaria. En las páginas del Repertorio Americano es posible encontrar varios textos suyos, pero también hermosos grabados como los que hoy les presento. Estos fueron realizados para una antología de poesía infantil realizada por Fernando Luján y publicada en 1941. Obra que fue reseñada en el Repertorio al parecer por el mismo señor Luján (Rep. Ame. Tomo XXXVIII, Nº12, 19 de julio de 1941)
Don Joaquín se interesaba mucho en la literatura para niños e incluso tuvo dos iniciativas editoriales para ese tipo de literatura, una llamada "El Convivio de los Niños" (1921-1923) y la otra "La Edad de Oro" (1925-1297). Con respecto a esta última él escribió: "Salieron seis cuadernos; murió por falta de apoyo en maestros, profesores y padres de familia". No es de extrañar pues que a la primera ocasión don Joaquín publicara en el Repertorio textos relacionados con la literatura infantil como en el caso que abordamos.
Hay poco más dos páginas dedicadas a esta reseña que viene acompañada de once poemas infantiles y diez grabados alusivos. Ahora les presento los primeros dos y en los próximos días presentaré el resto (basta hacer clic en la imagen para agrandarla)

Para ver la segunda parte pulse aquí.

18.7.07

Del Repertorio Americano

Don Joaquín dedicó más de la mitad de su vida a la titánica labor que representaba la edición del Repertorio Americano. Esta revista tomó prestado el nombre de una publicación que Andrés Bello editó en Londres entre 1826 y 1827 en compañía de Juan García del Río. Pero a diferencia de ellos, Don Joaquín trabajó en solitario. Era él quien recibía, leía y escogía las colaboraciones, era él quien buscaba patrocinadores, era él quien armaba cada número, era él quien lo llevaba a la imprenta, era él quien luego recogía las copias y las distribuía. Y así lo hizo durante cuarenta años (siempre fiel al diseño y a la tipografía que escogió desde el principio). Por ello es posible considerar que el Repertorio Américano fue su principal obra.

Dificilmente podría yo entonces no hacer referencia a esa revista en este blog, pero en el entendido de que tal referencia debería ir acompañada de una acción de rescate de textos valiosos que de otro modo quedarían encerrados en las páginas del Repertorio, lejos del alcance de los lectores. Esto es así porque existen muy pocas colecciones completas y las pocas que están en bibliotecas públicas no son fácilmente consultables por la inmensa mayoría de los interesados.

Como igualmente me sería muy difícil recoger la integralidad de un texto (tal como excepcionalmente lo hice en los dos post anteriores por tratarse de un artículo de mi padre), a partir de ahora iniciaré una nueva modalidad de post que tendrá por función dar a conocer citas o extractos de artículos que en su momento fueron publicados en las páginas del Repertorio. No escondo que se tratará de una selección muy subjetiva, únicamente dictada por mis propios gustos e intereses.

Para comenzar trascribo hoy una cortísima pero sustanciosa reflexión que a propósito de la fotografía hace Francisco Amighetti en un texto sobre el artista Leo Matiz (Rep. Ame. Tomo XXXVIII, Nº1, 1941). Puesto que yo practico el arte fotográfico a nivel amateur (algo de mi trabajo puede ser visto en mi blog Tinta y Luz), naturalmente lo escrito por Amighetti me llamó poderosamente la atención. Dice así:

"Es posible ser un artista con la máquina (fotográfica), cuando se sabe huir del realismo y penetrar en la realidad".

8.7.07

La locura campesina (segunda parte)

A continuación presento la segunda parte de un texto escrito por mi padre, el Dr. Eugenio García Carrillo y publicado en el año 1941 en el "Repertorio Americano", la revista que mi abuelo editó durante cuarenta años seguidos. Supongo que para él editar un artículo escrito por su hijo único representaba algo muy especial. La primera parte está inmediatamente después o se puede pulsar aquí para tener acceso inmediato.

En los hospicios europeos se encuentran con frecuencia enfermos cuyo delirio los hace decir que son Napoleón o algún personaje de la antigua realeza. Entre nosotros, faltos de tal tradición, a lo que más se llega, es a compararse con figuras de la actualidad internacional, como aquel que creía ser ¡Benito Mussolini! O figurarse víctimas de la Gestapo. En la mayor parte de los casos, se recurre a la tradición católica en la que se educa al pueblo. Así la invocación de diversos santos es corriente. Un enfermo puede decir que es el “Rey del Mundo y que nació en el Paraíso”; otro, que él es la “reencarnación de Jesucristo”. Comúnmente se denomina este trastorno como delirio de grandeza. Lo hay también de persecución, a veces muy sutil y rodeado de aparente verdad en los hechos incriminados. Más curioso es cuando un enfermo se cree poseído por sus perseguidores. Uno de ellos, decía así refiriéndose a sus enemigos: “Los tengo aquí en el estómago y me piden de comer; yo no les doy y me molestan mucho insultándome y amenazándome con un arma blanca. Me van a matar”. Etc., etc. Se llega en este caso al recuerdo del mito antiguo del buitre que devoraba las entrañas.

Como decíamos, en muchos casos predomina más bien una tendencia a evitar el contacto con el mundo externo. El enfermo ha sido “idiático” y se “siente suspendido” por “las cosas que piensa”. Se vuelve “como idiotizado”; aparece “dundo” o “dundao” de la cabeza. No será entonces raro que padezca de ataques de “llanto y tristeza”, o que se queje de “un miedo como un recelo” o de un “apocamiento”; tal vez de un “murimiento” general, es decir, siente que se muere. Otros dicen “sentir un desatino” en el cuerpo que los impulsa a acciones sin fin lógico, posiblemente en ciertos casos activados por sus alucinaciones visuales (ver “bultos”, cruces, culebras, etc.) o auditivas (oír “voces” o ruidos de “chicharras”, etc.), o cenestésicas (corrientes de “electricidad” en el cuerpo). Un enfermo decía que tales ruidos lo “amuinaban” y le “nublaban la cabeza”, pero es raro que lleguen a “asuicidarse”. En otros casos el impulso patológico los desvía hacia un estudio afanoso y generalmente estéril, a lecturas ininterrumpidas o a la masturbación repetida, hechos que hacen creer popularmente que “el mucho estudio” o los abusos genésicos conducen a la locura. Naturalmente con el cambio de personalidad, algunos pacientes tienen reacciones sumamente violentas que pueden llegar al crimen. A un enfermo “cuando le daban altezas”, sentía que se le “cuajaba la sangre por dentro en pelotas”; otros que “algo sube por dentro para ahogarlos”.

El origen de estos trastornos mentales se piensa que radica esencialmente en un factor constitucional y hereditario. Las familias en que se asocia la demencia, la epilepsia, el alcoholismo crónico y las taras psicopáticas, son mucho más frecuentes que aquellas en que aparece casualmente aislado, un caso del mismo trastorno o aún un caso de sífilis del sistema nervioso con trastornos psíquicos. La vida en nuestros pueblos con todas sus limitaciones, trae consigo los matrimonios consanguíneos, los hijos ilegítimos. Muchas veces la falta de eugenesia resulta en productos con alteraciones lamentables en las esferas cerebrales y mentales. Entre las otras razas que conviven con los nativos, los chinos se caracterizan por el poco número de trastornados que dan al Asilo; en cambio los negros con frecuencia degeneran en dementes. De uno de ellos homicida y mentalmente muy incoherente (W...), es el siguiente poema (?) que el mismo llamó Puro. Dice así:

Voy para nunca vivir
Mariposa de su vida mía.

Tengo una canción para decir
Me busca te adoro gentil.

Voy hasta donde nunca venir
Soy de las aves suyas.

Tengo una canción para decir
Voy para nunca venir.

Me busca te adoro gentil
Las golondrinas trinan.

7.7.07

La locura campesina (primera parte)

En el anterior post -y ya antiguo también- , hablé de un ameno texto de mi padre que encontré por casualidad revisando las páginas del Repertorio Americano (tomo 43, Nº 15, 30 de agosto de 1941). Mi padre solía de tiempo en tiempo publicar algún articulito en la revista de Don Joaquín y yo pretendo aquí salvar ocasionalmente del olvido algunos de sus viejos escritos. Lo hago en parte por nostalgia y homenaje hacia él y en parte porque son textos que tienen un auténtico valor desde diferentes puntos de vista. Comienzo por el que encontré por azar llamado "La locura campesina". Debido a su extensión lo dividiré en dos partes. Va, pues, la primera.

La locura campesina
Por el Dr. Eugenio García Carrillo

En estas mismas columnas, hace algún tiempo (Rep. Amer. XXXVI: 45,12 de noviembre 1938), presentamos un cuadro del campesino, pobre y enfermo, que llega a las puertas de nuestros hospitales en busca de alivio. Tal página llamó la atención, quizás por ser posiblemente la primera vez en las letras costarricenses, que un médico se extendía sobre las expresiones folklóricas en la enfermedad. También emocionó, y la dedicada maestra guanacasteca, Señora María L. de Noguera, nos dio una escena teatral para representar en escuelas y que llamó “Las recetas” (Rep. Amer. XXXVII: 357, 5 de octubre 1940). Recogía en ella ciertas expresiones del decir popular de su provincia. Sírvanos esta introducción de pretexto para reincidir.

En Nuestro Pueblo ante la Enfermedad (*) decíamos que en el Hospital las manifestaciones nerviosas de la enfermedad no eran muy frecuentes, y con razón, pues hay en Costa Rica una institución especializada en el asilo y tratamiento de los trastornados; es el Hospital Nacional de Insanos, corrientemente conocido como Asilo Chapuí, hoy bajo la dirección de reputado doctor R. Chacón Paut, secundado por jóvenes psiquiatras de valer. A él y a ellos nuestro eterno agradecimiento por habernos abierto el acceso a la documentación sobre el campesino loco. En “La casa de las Palmeras”, como popularmente se llama nuestro Asilo aludiendo las majestuosas plantas que adornan la entrada, numerosos enfermos de la mente se aíslan temporalmente del mundo y recobran con frecuencia la lucidez; otros caen progresivamente en la desintegración mental y física que los conduce al reposo definitivo.

También recoge el Asilo transitoriamente, jóvenes delincuentes dados a fumar marihuana o al alcoholismo crónico, los vicios más baratos. Rara vez se transforma el Asilo en lugar de reclusión perpetua de algún criminal demente. No en todos los casos es posible recoger expresiones fácilmente comprensibles de boca del paciente; en efecto, muchos pasan el tiempo casi en completo mutismo, sumergidos en su mundo interior o atentos a trágicas alucinaciones. Otros quizás sólo vegetan, no habiéndose desarrollado su mente al contacto de la enseñanza, pues fueron “rudos” en las aulas escolares que pronto abandonaron para vivir del “jornal”.

No se observa en general, como a la entrada del Hospital, que los pacientes traigan recomendaciones de algún personaje local, pero cierto Jefe Político, enviaba una mujer porque padecía de “furor uterino” y se hacía insoportable en el pueblo. Algún viejo senil lo trae la policía acusado de exhibiciones deshonestas en la vía pública. Un padre puede introducir así a su hijo: “Lo traigo porque las babosadas que dice son burradas”. Algunos entran sumamente excitados, con “esposas” o “mecates” sujetándoles los brazos. Es muy raro que aquel que se “hace loco” únicamente con el fin de conseguir techo y comida.

Un enfermo decía así: “Yo lo que cobro es la sangre porque la sangre vale oro y hay enfermedades intérnicas porque están entre carne y hueso y otras iprovénicas que están en las orejas. El Presidente es como un chiquito embarrado de ayote”. Etc., etc. Con semejantes discursos cualquiera hace un diagnóstico de “chifladura”. El pueblo dice “estar ido del sentido” o “distraído del pensamiento”; también “tener los nervios regaos en la sangre”. Otros pacientes “ateperetadamente” encajan una sentencia sobre otra sin mayor lógica en el conjunto de la frase o introduciendo curiosos neologismos en el lenguaje como “iprovénicas” o “intérnicas”, a veces guiados por lo que en apariencia es un sentido puramente eufónico (El simbolismo de la frase anterior se vislumbra considerando la separación relativa entre las afecciones médicas “internas” y las mentales, es decir, “entre las orejas” o “iprovénicas”, ¿porqué no?).

Sin embargo, no todos los dementes aceptan la locura. Uno de ellos se expresaba así: “El que haya dicho que yo soy loco será un grandísimo loquero, vividor de las hechicerías que existen en la humanidad”. Cuando dicen estar “débil del celebro” o “atarantado de la cabeza”, generalmente lo justifican no ya por el “frío o pasmo” de otras enfermedades, si no por influencias exteriores atribuidas a “maleficios” o “friegas de las brujas”. Los más modernos sienten que los “maneja un magneto”, o tienen “un radio en la cabeza”.

La influencia de poderes misteriosos y ocultos se acepta universalmente. El “pisuicas”, y “las ánimas en pena” se reparten con las brujas los atributos de “hechicería”. El mecanismo mismo de tal influencia son se logra conocer; sin embargo se a atribuye “a polvos” o “cochinadas” introducidas en la comida, la puerta de entrada del mal. “No estoy loca”, decía una enferma, “pero a fuerza de venenos lo lograrán, y no como porque le echan vidrio molido (a la comida)”. Es muy conocida en nuestro pueblo y aún en las clases educadas, la cantárida. Los preparados farmacológicos obtenidos de este insecto producen sin embargo efectos tan tóxicos, y aún la muerte, que es dudoso que se utilicen realmente para influir sobre el erotismo o la fidelidad (?) de las presuntas víctimas.

Pulse aquí para la segunda parte

* Alude al texto escrito por mi padre en 1938 y que menciona en el primer párrafo.