16.8.10

El Turrujal

Como si de un sueño se tratara, esta foto difuminada por el tiempo, nos muestra a don Joaquín joven en su finquita del Turrujal... pala en mano, brazo nervudo, graciosos botines enlodados, espeso bigote, y abrazado a doña Celia Carrillo, mi abuela. El año es incierto, pero es muy probable que sea entre 1909 y 1912, es decir, entre el año de su matrimonio y el del nacimiento de mi padre. Un visitante no identificado,pero elegantemente vestido, aparece a la izquierda.

La imagen es sumamente rara y su autor desconocido. No recuerdo otra de don Joaquín en esa finca ni tan cercano a las labores de la tierra, actividad que sin embargo le gustaba mucho, al punto que cuando estuvo estudiando en Chile entre 1901 y 1903 “le sobraron ratos para ilustrarse en ingeniería agrícola” (1)

Esta es una fotografía que me conmueve. Y no solo es por la imagen idílica pero real de un pasado irrecuperable, es también porque la foto en sí está muriendo. Lo que ven es solo la foto de la foto, que me he encargado de restaurar lo que he podido y de "embalsamar" digitalmente, pero el original se irá borrando muy lentamente, haciéndose más y más transparente, hasta que un día solo quedará un papel en blanco, un recuerdo desvanecido muy parecido al triunfo rotundo e inapelable de las parcas, quienes pacientemente comienzan a preparar nuestra mortaja desde que nacemos y jamás abandonan ese trabajo hasta cortar el hilo final.

Siempre se dice que una imagen vale más que mil palabras, pero al parecer las palabras perduran y las imágenes nos dejan después de haber dicho mucho. Por ello, si algunas frases han de quedar sobre este don Joaquín campesino, espero que sean las del ensayista Mario Sancho, quien escribió (2):

“Pero como me gusta más rememorar su figura llana y bondadosa, es teniendo por marco aquella su finca del Turrujal a donde íbamos a verlo sus amigos los domingos, a hablar de escritores y de poetas y a tomar un té excelente preparado y servido por las gentiles manos de Celia. … ¡El Turrujal! ¡Ah que lindo refugio era ese para soñar, para leer, para meditar serenamente en las grandes empresas de la inteligencia y del corazón!...

Le encantaba ponerse facha campesina obedeciendo quizás al instinto agrario de sus abuelos, y vivir en grato contacto con la naturaleza próvida y maternal…”


El destino del Turrujal, que en realidad era de doña Celia, es triste. Según me cuenta mi madre, cierto día un familiar suyo (de doña Celia) le pidió un dinero prestado y ella que siempre fue muy generosa, hipotecó el terreno para poderlo ayudar. Al parecer, el beneficiario -que era propenso al etilismo-, nunca le reembolsó la suma o no lo hizo a tiempo -esto no se sabe- y sin poder hacer frente a la deuda, doña Celia perdió la finca. Hoy se alza ahí un moderno edificio de apartamentos.

(Hacer click en las fotos para agradarlas)

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1-En "El Hombre del Repertorio Americano", Eugenio García Carrillo, Editorial Studium, p.36

2-Citado por mi padre en una nota dejada en sus papeles junto a la foto presentada, pero sin otras referencias. Asumo que leyó ese texto en algún lado y lo trascribió. Quizás fue en las “Memorias” de Mario Sancho, pero a pesar de que revisé rápidamente el libro para ver si daba con el pasaje, no fue así. Buscaré más detenidamente y si lo encuentro lo reportaré aquí.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Las fotografías antiguas me dan una extraña sensación, un extraño presentimiento, conforme va pasando el tiempo se van destiñendo todos los días un poco, dando la impresión de que cada vez nos vamos alejando más, y más, y más y más, y mal, y mal y mal...

¡Muchas gracias por esta joya!

J.P. Morales dijo...

Qué lindas imágines, Eugenio. Definitivamente el tiempo no tiene clemencia; a veces en nuestro propio presente, donde se supone que estamos vivos, vamos percibiendo los efectos de su paso, siempre inalterable. Afortunadamente ahora tenemos los medios para conservar digitalmente una imagen, así como vos lo hacés. La foto desaparecerá pero su imagen digital perdurará mientras la tengamos en algún disco duro. Lo que más me duele de la entrada es el destino de la finca. Qué lástima que ese tipo de malintencionados, como el que le pidió la plata a tu abuela, echen a perder lo que pudo ser un lindo legado. En fin, gracias por las fotos. Les debo a vos a la Pulpe las imágenes del libro de Gagini. Un día de estos las subo. Tuanis.

Eugenio García dijo...

Muchas gracias a ambos por pasar y comentar.

@Juan Pablo: Sí la historia de la finca es dolorosa, pero yo no sé si hubo mala intención. Me consuelo pensando que quizás el dinero sirvió para la educación de alguien, o la salud, o el techo y la comida y espero que no se haya malgastado en alcohol. Quizás nunca lo sabré con certeza... fue hace tantísimo ya. Queda al menos esta foto.

Luis Fernando dijo...

Qué linda foto! Me llama la atención tres cosas, una el mobiliario de la finca, esa mesa y esas sillas son hermosas, la segunda, suponiendo que el personaje de la izquierda es una visita, la elegancia de esta visita, me resulta casi increíble que alguien vaya a hacer una visita al campo vestido de esa manera. Por último me parece sumamente interesante la limpieza y brillo del piso.

Luis Fernando dijo...

Qué linda foto! Me llama la atención tres cosas, una el mobiliario de la finca, esa mesa y esas sillas son hermosas, la segunda, suponiendo que el personaje de la izquierda es una visita, la elegancia de esta visita, me resulta casi increíble que alguien vaya a hacer una visita al campo vestido de esa manera. Por último me parece sumamente interesante la limpieza y brillo del piso.

ivannia dijo...

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