1.12.08

Una firma trágica y romántica

Es doblemente irónico que don Joaquín recibiera la Orden Rubén Darío, tanto por lo que explicábamos en las dos entradas anteriores (ésta y ésta), como por el hecho de haber obtenido esa condecoración de parte del gobierno de uno de los Somoza, así sea el menos malo de la dinastía: Luis Somoza. Conociendo las ideas libertarias que don Joaquín defendía, solo nos explicamos esa situación por una de estas dos hipótesis: o ese gobierno quería dar la apariencia de ser un gobierno medianamente civilizado premiando a un campeón de la civilidad; o bien desconocía el ideario de don Joaquín y no sabía que él había dado espacio en el Repertorio a quienes apoyaban la lucha de Sandino.

Desde 1927, el propio año de su insurrección, se comienza a hablar de él en el Repertorio. Muchas colaboraciones surgen, todas favorables al rebelde de Las Segovias. Una sola sirve de contrapunto: Una carta ambigua y leguleya del Dr. Sacasa, bajo cuya presidencia se asesina a Sandino el 21 de febrero de 1934, siendo Anastasio Somoza García jefe de la Guardia Nacional creada por los marines.

Con la muerte del patriota, muchos autores latinoamericanos escriben en el Repertorio recordándolo: Desde Enrique Sorel, Luis Eduardo Nieto Caballero y Jorge Padilla, hasta Juan del Camino (seudónimo de nuestro gran ensayista Octavio Jiménez) y José Vasconcelos. La pluma de este último sirvió de bastión para el homenaje que don Joaquín le hizo a Sandino en el primer año de su muerte, al dedicarle la portada del número 7 del tomo XXX. En realidad ese artículo, que don Joaquín calificó de “memorable lección” ya había sido publicado tiempo antes en el número 20 del tomo XXVIII. (Otro día reproduciré esas páginas aquí porque merecen repasarse).

La simpatía de don Joaquín hacía el combatiente nicaragüense también se ilustra con el siguiente documento (hacer click en él para verlo en detalle):

Como se aprecia, es un pliego mecanografiado y firmado por el propio Sandino el 12 de noviembre de 1932 en su cuartel general de Las Segovias. Al lado de su firma aparece un sello impresionante con la divisa: Patria y Libertad. Si bien el documento no especifica un destinatario particular, el hecho de que estuviera entre los papeles de don Joaquín sugiere que le fue hecho llegar de algún modo y seguramente él consideró que por ser un documento histórico valía la pena conservarlo. En efecto, se trata nada menos que de una propuesta en tres puntos para traer la paz a Nicaragua (vista la larga historia de guerras en el hermano país, es claro que el plan quedó trunco con el asesinato de Sandino). A pesar de su importancia, este documento, hasta donde hemos podido verificar, no fue publicado en el Repertorio. Eso no significa que no fuera promovido de otros modos por don Joaquín, hipótesis que gana fuerza si se tiene en cuenta que, pegado al dorso del pliego, hay una boleta del comité pro-Sandino, aunque sin llenar (en la próxima entrada hablaremos de éste punto).

Sobre el estado de ánimo de Sandino al momento de fijar las bases para el plan de paz tenemos un atisbo gracias a Juan del Camino, quien en su artículo “Se trata de los Oliverottos en Nicaragua” (Rep. Am. Tomo XXVIII, 1934, Nº13), cita y comenta pasajes de “Sandino en Nicaragua”, un libro de Ramón de Belausteguigoitia:

“Estábamos en el campamento –añade el General Portocarrero- discutiendo las bases posibles para la paz, cuando al día siguiente el general Sandino viene hacia mí y me dice: ‘Hoy me he levantado trágico y romántico. Voy a Managua a hacer la paz, y si no la hago, mi vida ha terminado”. Ha llegado para el rebelde después de ‘una noche de insomnio agitada’ su quebrantamiento total. La paz lo obsesiona y se entrega como un desgraciado a la obsesión. Ni las reflexiones ni las súplicas de sus compañeros lo convencen. A todos los hace a un lado y el que no lo sigue está contra él. La paz debe firmarse y la capitulación es la consecuencia”.
La evidente simpatía de don Joaquín por Sandino y todo lo que él representaba nos hace preguntarnos: ¿Por qué habrá aceptado don Joaquín la Orden Rubén Darío de manos del gobierno de un Somoza? ¿Porque su combatividad había menguado? (la recibió en su último año de vida) ¿Porque algún personaje respetado por él la promovió? ¿Porque sencillamente creyó que era sincera y merecida por ser él efectivamente un gran "cultor de la poética dariana"? ¿Porque pensó que podía representar de algún modo una oportunidad de conciliación? No hay que olvidar que en la época en que recibió la Orden, las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua estaban tensas a raíz de los hechos del 55. Tal vez don Joaquín pensó que era conveniente aceptar aquella condecoración para no agravar más los problemas (la misma lógica que aplicó unos años antes para no aceptar una postulación al Premio Stalin de la Paz). Todas esas no son más que hipótesis sin respuesta, porque francamente no sabemos qué habrá pasado por la mente de don Joaquín al enterarse que le iba a ser otorgada aquella distinción.

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